Consideran "ignorancia" pensar que si están en la calle son malandros
Congeló sus estudios de Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela para tener el fuego entre las manos. Ya sabía José Antonio Garrido que a alguno en su familia no le gustaría la idea. Él debía ser un "empresario" y trabajar en una gran compañía, tener jefes, ser jefe y, sobre todo, producir dinero. Lamentó su padre que fuese otro el sueño de "Nómada", tal como es conocido entre los malabaristas de calle quien, desde hace cuatro años, se dedica a lanzar por los aires bastones prendidos en fuego.
Lo de este joven de 26 años era definitivamente otra cosa: trabajar para asombrar a la gente; con su propio horario y sudando, literalmente, cada una de las monedas que los conductores menos obstinados le dan tras su espectáculo con "devil sticks" (bastones con candela en los extremos) en los semáforos de la avenida Bolívar.
Garrido toma el espacio generalmente cuando cae la noche. Más temprano, de 10:00 a 6:00 pm, Alejandro López (23) también muestra sus habilidades. Aprendió el oficio por un amigo y ocho años han pasado desde entonces. Después de haber recorrido varios estados venezolanos, planea ir a Colombia pues no ignora que en otros países los artistas de calle reciben más apoyo que aquí.
Sobre las personas que los consideran delincuentes, López es enfático: "Es ignorancia. Piensan que arte es solamente estar en la televisión y no, arte es todo, arte es calle, es gente".
Su pupilo, Leoneth Bello (18) practica desde hace un año y no niega que muchos jóvenes se dedican a esto porque ven "dinero fácil" para alimentar vicios pero "no todos somos así". Aplaude que se abran puertas en lugares como Nuevo Circo para artistas como ellos.
Pero no tienen espacio en todas las calles. "Nómada" cuenta que en la parroquia Sucre la policía los sacó de varios semáforos para evitar delitos.
Tres pelotas de softbol saltan entre las manos del guatireño Luis Beroes (27) en la avenida Andrés Bello. Ninguna se cae y desde una camioneta dos jóvenes le aplauden. Él sonríe. "Hay gente que apoya y otra que juzga, pero es el precio que hay que pagar para hacer lo que te gusta", afirma.
Todos son amantes del arte circense y prefieren trabajar por su cuenta porque consideran que en los pocos sitios donde pueden practicar el oficio, el jefe "siempre se queda con la mejor parte" cuando el esfuerzo es sólo de ellos.
En la calle nadie les da órdenes. El telón se sube en rojo y vuelve a bajar, con aplausos convertidos en monedas, cuando la luz cambia a verde.
ANYIMAR COVA LUGO
Fotos:ANGEL DEJESUS
Verga weon que arrechas estan esas fotos...!!! Me gusta
ResponderEliminarSe lo comenté a Anyi y ahora a ti: ¡Qué fino trabajo! Me gustó mucho la 3era y la 6ta foto. Yo hice uno parecido, lo viste? Aquí te dejo el link: http://bit.ly/h8mToQ.
ResponderEliminarAbrazos!
MaR.-